Haití es hoy una país fantasma, con edificios derrumbados, cadáveres por doquier y personas vagando sin refugio alguno. Un fuerte terremoto de 7,3 grados en la escala Richter ha sacudido al Estado más pobre de América, con consecuencias potencialmente "catastróficas", y le ha dejado sumido en el caos y la desesperación. Todavía no hay cifras oficiales, pero muchas personas -se habla de cientos e incluso miles- podrían permanecer atrapadas bajo los escombros de los numerosos edificios que se han derrumbado, según informan testigos presenciales.
Jesús, un comerciante, ha relatado las escenas de desolación tras el suceso y ha dicho que cuando se produjo el seísmo se encontraba en Fond Parisien, una zona rural próxima a Puerto Príncipe, lugar en el que se hundió una explotación minera y quedaron personas atrapadas. También se ha caído un hospital y se ha derrumbado una escuela, según el testigo."Todo el mundo temblaba, era como un baile, la gente salía de los vehículos, corría y gritaba", ha relatado Jesús, quien describió que "la carretera se abrió por la mitad" ante sus ojos. Su reacción fue encomendarse a Dios. "Soy cristiano y creo en Dios", ha asegurado.
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